miércoles, 8 de julio de 2009

¿El pueblo quiere saber de que se trata?.

Pasadas las elecciones, las voces de algunos grandes pensadores, no dejaron de merodear por mi cabeza.Una y otra vez, se hacían presentes, cada vez que me proponía profundizar el análisis.Una de las voces que alcancé a escuchar fue la de Arturo Jauretche, cuando nos decía: “la clase media vota bien cuando esta mal y mal cuando esta bien”.No podía no pensar en las elecciones del 2003, dos años después de la debacle del 2001 que todos recordamos, en la cual la clase media se volcó en gran magnitud, por Néstor Kirchner (aunque es necesario aclarar que Kirchner se alzó con la victoria después del fallido ballotage con Menem, el candidato más votado en primera instancia y al haber este abandonado la postulaciòn) y se revalidó el resultado en el 2005 y con el 45% de Cristina en el 2007.Sin embargo, por estos días, nos encontramos con que la clase media cambio de candidato o lisa y llanamente, votó en contra de Kirchner, sin importar a quien votaba.No deja de sorprenderme la actualidad de las palabras de Arturo.La clase media, después del desastre del 2001, vota el cambio, con Néstor Kirchner, y lo niega, en estas elecciones, cuando su condición ha mejorado considerablemente.Sin embargo, el revés no solo viene desde este sector, desde ya, viene desde los grupos concentrados, pero sin embargo no nos vamos a detener en este sector, sino que nos vamos a centrar en aquellos que acompañaban al Kirchnerismo, y hoy dejaron de hacerlo, vamos con la clase más desprotegida, vamos específicamente al codiciado conurbano bonaerense.La clase media ha votado históricamente desde un punto de vista absolutamente personal, es decir, mirando siempre solo sus propios intereses.Enrique Martínez, presidente del INTI, en una nota de hace unos días en página 12, nos decía básicamente lo mismo con respecto a la clase media, y nos sumaba que el problema en el segundo cordón del conurbano, fue que la clase baja dejo de ser baja y pasó a ser media, y por esta cuestión, empezó a actuar como tal.Siguiendo esa línea, voy a ir un poquito más lejos y digo, en principio que no comparto asumir que un sector asimile de tal manera el comportamiento de ese otro sector del que ahora forma parte, y actúe de la misma manera.Creo que la cuestión es más profunda y compleja.El problema me parece no es solo que la clase media vota de acuerdo a sus propios intereses sin preocuparle el destino común, el problema creo, es que todos los sectores votan de acuerdo a sus intereses personales y no de acuerdo a un fin conjunto.Desde este punto de vista, y siguiendo con la interpretación de Martínez, creo que se llega a un buen análisis. Si, la clase media vota de acuerdo a sus intereses, y esa clase baja, que pasó a ser media, votó como clase media, porque votó de acuerdo a sus propios intereses.La cuestión esta en que lamentablemente todos votan de acuerdo a sus propios intereses, pero la clave, creo, esta en que, en momentos de crisis, como el 2001, la cuestión era (interpretando a la clase media) salir del pozo, ahora alejarse cada vez más de los de abajo (y parecerse más a los de arriba), y en cuanto a la clase baja, creo que vale decir que siempre votó de acuerdo a sus propios intereses, pero la clave me parece, radica en que solo los gobiernos de izquierda o centro izquierda, traducen los pedidos de la clase trabajadora. Es decir, la clase media pulula de mayor a menor o viceversa, la clase baja, es siempre clase baja, al crecer, deja de ser baja y pasa a ser clase media, y sus intereses, pasan a ser los de la clase media.En concreto, apoyaron al peronismo, o a la izquierda o centro izquierda, porque eran quienes en mayor medida se hacían eco de sus pedidos.Para ser claros, ese sector de la clase baja, votó de acuerdo a sus intereses como siempre lo venia haciendo, pero sus intereses ahora cambiaron, son los de la clase media, entonces votó como clase media (lo que ahora es).Ahora, llegando a la conclusión de que se vota de acuerdo a intereses personales, me pregunto, ¿son nuestros intereses realmente nuestros?Estamos inmersos en la era de la revolución comunicacional, se nos ahoga con información superficial, vana, y subliminalmente se nos impone el mensaje.Nos dice José Pablo Feinmann: “lo poderoso del poder comunicacional consiste en dar las respuestas, al hacerlo elimina la posibilidad de las preguntas, y sobre todo de la pregunta fundamental, ¿es justa la sociedad del poder?, ¿es justo que el poder sea el poder?, ¿Qué pienso “yo” de todo esto?”.Retomando, decía, que las voces de grandes pensadores llegaban a mi memoria.Esta frase me venia perturbando desde entonces, “el pueblo nunca se equivoca, pero muchas veces se lo engaña”, nos decía Jean-Jaques Rousseau.¿Había el pueblo votado con acierto o había estado equivocado?, ¿estaba siendo el pueblo engañado?.Mariano Moreno, en uno de sus increíblemente actuales textos, el plan de operaciones…, nos decía: “los pueblos nunca saben, ni ven, sino lo que se les enseña y muestra, ni oyen más que lo que se les dice”.Otra de las frases que llegaron a mi memoria hizo que se me aclararan un poco las ideas. “no hay hechos, hay interpretaciones”, así nos diría Nietzsche.Entonces, al no haber hechos, al haber interpretaciones, nos esta dando la pauta fundamental para pensar en que a pesar de las distintas posturas, hay una que se impone sobre las de más. La voluntad, es la voluntad del poder, nos diría Nietzsche, y la verdad, es la “verdad” del poder, osea, “no hay hechos, hay interpretaciones”, y es el poder el que impone esa interpretación, no hay hechos, hay verdades, y hay verdades del poder.De pronto me vino a la memoria Rene Descartes: “cuando una cuestión fuere de entendimiento difícil, de nada vale contar los votos, porque al ser de entendimiento difícil, es más probable que sean pocos los que tengan la capacidad para entenderla”.Entonces, me preguntaba, ¿Cómo no va ser una cuestión de entendimiento difícil, aquella en la que los medios de comunicación, vale decir el poder, manipulan a su antojo la información, y hacen de “su” verdad, “la verdad”?, ¿Cómo no va a ser el pueblo engañado, siguiendo la frase de Rousseau, si desde los medios de comunicación se nos bombardea constantemente imponiendo subliminalmente “la verdad”?, imponen “su” verdad, que como verdad del poder, se convierte en “la verdad” y como todos sabemos, los intereses de los grupos concentrados, son intrínsecamente opuestos, a los intereses del pueblo.A raíz de esto, otra vez toco a las puertas de mi memoria Rene Descartes, volvamos a dudar de todo.Descartes nos decía que “de lo único que no puedo dudar es de mi duda”, todo lo demás no puede escapar de nuestra duda, dudemos de todo, dudemos de nuestras interpretaciones, el poder impone “la verdad”, los medios de comunicación nos imponen el “se”, no nos instan a pensar, sino más bien, nos dan las respuestas a las preguntas que ellos mismos hacen, de esta forma nos cierran las puertas de la interpretación, nos cierran la instancia de las preguntas, y sobre todo, la pregunta fundamental, “¿Qué pienso “yo” de todo esto”, como nos decía Feinmann.Descartes “apagó el televisor” de la iglesia, es decir, dejo de tomar como propio lo que desde ahí venia.Volvamos a Descartes, apaguemos el televisor y empecemos a dudar de todo.Si la verdad, como nos dijera Nitzsche, es la verdad del poder, después de pasar por Descartes, digo con total decisión y convicción, que prefiero no tener razón, no tener “la verdad”, estando del lado de las madres y abuelas de plaza de mayo, la agrupación H.I.J.O.S., las dos centrales de trabajadores argentinos, los pueblos originarios, con José Pablo Feinmann, Ricardo Forster, Horacio Gonzalez, Juan Gelman, Aldo Ferrer, Alejandro Dolina, Luis Felipe Noe, los pueblos hermanos como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil y tantos tantos otros, que lucharon por la Justina social, a tener razón, a tener “la verdad”, del lado de La Sociedad Rural, la U.I.A., la iglesia católica, el Pentágono, Cecilia Pando, Duhalde, Menem, Macri, Carriò, Mirta Legrand, y tantos, tantos otros que vienen horadando desde sus inicios, la justicia social y nuestra constitución democrática.

Gabriel Erviti.